Memoria: el arte de guardar para siempre

Tenía seis años cuando mi papá, Armando León Cottín Felce, me llevó por primera vez al cine. Vimos Marcelino, Pan y Vino, y salí con un nudo en la garganta. Al salir, él me preguntó:
—¿Qué fue lo que más te gustó?
Le respondí:
—Cuando Marcelino le dio el pan a Jesús.
Papá dijo algo que nunca olvidé:
—Entonces recuérdalo bien, porque lo que uno siente se borra si no lo guarda con cuidado.

Desde entonces, cada vez que leíamos o veíamos una película, me pedía contarla como si yo la escribiera. Sin saberlo, me enseñaba a registrar, retener y rememorar. A cuidar mi memoria como se cuida un jardín.

Como suelo decir: “Recordar es volver a pasar por el corazón. Y si algo te emociona, asegúrate de dejarlo bien archivado”.

  • ¿Alguna vez te has preguntado cómo tu cerebro almacena y recupera información?
  • ¿Te resulta fácil recordar lo que aprendiste ayer, pero difícil rememorar datos de hace un mes?
  • ¿Cómo influyen la atención y la organización en tu capacidad de memoria?

Desde 1993, he tenido el privilegio de facilitar la experiencia de aprendizaje «Aprendizaje Acelerado para Facilitadores». Al concluir cada sesión, surge una inquietud recurrente: ¿recordarán nuestros Socios de Aprendizaje lo aprendido al regresar a sus actividades cotidianas?

La memoria actúa como un vasto archivador donde la correcta organización de la información es esencial para su posterior recuperación. Este proceso se divide en tres fases fundamentales: codificación, almacenamiento y recuperación.

Registrar

En esta etapa, transformamos los estímulos que recibimos en representaciones mentales significativas. Es el momento en que prestamos atención y damos sentido a la información nueva. Por ejemplo, al leer un material por primera vez, podemos subrayar ideas clave, elaborar mapas mentales o resumir conceptos. Es esencial comprender y estructurar la información de manera lógica, ya que la calidad de esta codificación influirá directamente en las siguientes fases.

Retener

Aquí, retenemos la información procesada para su uso futuro. La atención y la concentración son vitales; cuanto más interés tengamos en el contenido, más eficaz será su retención. Técnicas como la repetición espaciada y la revisión periódica de notas o mapas mentales refuerzan este proceso. Crear un ambiente libre de distracciones y utilizar métodos como la música suave pueden favorecer la concentración y el almacenamiento efectivo.

Rememorar

Esta fase nos permite acceder a la información almacenada cuando la necesitamos. La forma en que organizamos y comprendemos los datos durante la codificación y el almacenamiento facilita su posterior evocación. La práctica constante y la aplicación activa de lo aprendido fortalecen las conexiones neuronales, facilitando el recuerdo.

Como suelo decir: «​La memoria no es cuestión de capacidad, sino de estrategia.» Y también: «​Lo que se comprende y organiza con sentido, difícilmente se olvida.»​

Ahora, reflexiona: ¿Cómo puedes mejorar tus técnicas de codificación para facilitar el almacenamiento y recuperación de información? ¿Qué estrategias implementarás para mantener tu atención y concentración durante el aprendizaje? ¿De qué manera aplicarás activamente lo aprendido para fortalecer tu memoria?

Te invito a compartir tus opiniones y experiencias.

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Juntos, continuemos explorando y potenciando nuestras capacidades de aprendizaje y memoria.

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