El modelo educativo de aprendizaje tradicional, reminiscencia de la Revolución Industrial aún predomina en el sistema educativo de muchos de nuestros países. Tiene como ejes centrales al docente y los planes de estudio, con énfasis en la enseñanza y no en el aprendizaje.
“Ser empático es ver el mundo a través de los ojos del otro y no ver nuestro mundo reflejado en sus ojos.”
Carl Rogers
En este sistema, solo se evalúa el nivel de conocimiento adquirido, es decir, se da más importancia al resultado que al proceso y a la memorización más que al desarrollo de la elaboración personal del estudiante.
Bajo este sistema de educación rígido y poco dinámico, el alumno es solo un receptor pasivo del conocimiento (basado en el saber y experiencia del docente), sin mayor espacio para el despliegue de talentos individuales, la discusión, el aprendizaje colaborativo o la innovación.
En contraposición a este modelo, la Metodología de Aprendizaje Acelerado, promueve la consideración del estudiante como el centro del aprendizaje y sobre quien se diseña todo el proceso.
Enfocar el aprendizaje en el alumno, implica crear un entorno amigable, flexible y de diversidad en el que cada individuo pueda expresarse sin sentirse atemorizado o amenazado y que ofrezca libertad para explorar, descubrir, discutir, compartir y crear, lo que se traduce en independencia, empoderamiento y curiosidad. En un ambiente con estas características, se producen interacciones sociales basadas en el amor, el respeto, la empatía, la aceptación, la tolerancia y el apoyo mutuo.
Enfocando en el aprendizaje
El facilitador pone el foco en el alumno cuando este es abordado desde una perspectiva integral, prestando atención a sus emociones, su mente y su cuerpo, y diseñando actividades auténticas y relevantes que abarquen cada uno de esos ámbitos, tomando en cuenta la individualidad, necesidades y ritmo de cada estudiante.
Poner el foco en el alumno, significa también dar valor a la experiencia de cada individuo, a sus perspectivas, potencialidades, intereses, habilidades y talentos; asimismo, brindarles la posibilidad de decidir qué aprender y cómo hacerlo, participando activamente en el proceso, analizando, reflexionando, discutiendo, creando nuevo conocimiento y dando solución a problemas de diversa índole a partir de su propia realidad.
¿Qué puede ser más satisfactorio para un facilitador que el alumno aprenda aquello que realmente le interesa y le apasiona haciendo uso de las herramientas de su preferencia?
Cuando atendemos sus necesidades, habilidades y estilos de aprendizaje, nuestros Socios de Aprendizaje se sienten protagonistas de su propio aprendizaje, comprometiéndose y haciéndose responsables del mismo.
El aprendizaje enfocado en el Socio de Aprendizaje, tiene como fin último, que este ponga su atención en una finalidad transcendental y que se vea en un futuro mejor y posible cada día y en el largo plazo de manera independiente.
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