“Juzga a un hombre por sus preguntas en vez de hacerlo por sus respuestas”.
– Voltaire
El sistema educativo tradicional, tiene como eje central del proceso de enseñanza al docente, quien imparte a sus estudiantes un contenido y un conocimiento cuyo dominio será posteriormente evaluado a través de preguntas que admiten solo una respuesta.
En un contexto como este, el docente es dueño de la verdad que es aceptada pasivamente por los estudiantes, pues no hay espacio para el cuestionamiento, la crítica o la generación de nuevas ideas o nuevo conocimiento.
Sin embargo, existe una alternativa diferente a esta forma de aprender: El Aprendizaje Acelerado, una metodología en la cual el foco, la atención y los objetivos están puestos en el aprendiz, en sus necesidades e intereses. Es por ello que son alentados a participar, a discutir, a opinar y a hacer preguntas.
La pregunta es una valiosa herramienta de aprendizaje, pues se relaciona estrechamente con la curiosidad, la creatividad, la innovación y la actitud investigativa. Y es que el poder de la pregunta, es mayor que el poder de la respuesta.
La formulación de preguntas de distinta naturaleza y finalidad, genera un contexto de aprendizaje en el que los estudiantes se involucran activamente y asumen responsabilidad por lo que aprenden. Además, permite y promueve distintos niveles de procesamiento de la información y el desarrollo del pensamiento crítico, caracterizado por ser reflexivo, conceptualmente rico, coherente, persistente y exploratorio.
A preguntar también se aprende, y son los docentes quienes deben, en primer lugar llevar adelante ese aprendizaje para poder guiar a sus estudiantes en su proceso personal de aprender a formularlas.
Una pregunta poderosa causa impacto, desafía y compromete a los estudiantes en la búsqueda de respuestas. Se formula a partir de un contexto o situación que genere interés y curiosidad, que invite al análisis, a la discusión y el intercambio de ideas y requiera la aplicación del conocimiento adquirido.
Una pregunta formulada de forma correcta, estimula la exploración de conceptos e ideas que a su vez, conducen al desarrollo del pensamiento creativo. Además, permite generar respuestas con mayor grado de complejidad en términos cognitivos y lingüísticos.
Mientras más preguntas se realicen, mayor será el poder que estas alcancen, especialmente cuando se trate de preguntas abiertas, que demandan mayor grado de elaboración y abstracción, por cuanto en términos generales, implican establecer relaciones o emitir juicios y opiniones con base en información o conocimiento que ya se posee.
Muchas veces, más que la respuesta o el resultado obtenido, tiene más valor el razonamiento que ocurre durante el proceso, por cuanto puede llevar al planteamiento de nuevos problemas que antes no habían sido considerados.
En lugar de dar respuestas, demos a nuestros Socios de Aprendizaje nuevas preguntas que abran espacios para nuevos encuentros, nuevos escenarios y nuevos diálogos.
Acompáñalos en su exploración, en su búsqueda creativa de respuestas que puedan satisfacer no solo sus propias inquietudes, sino también las tuyas.
¡Pregunta, pregunta y vuelve a preguntar!
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